Una Lady buena gente
Hoy
vengo a construir un arquetipo, aunque, cualquier similitud con la realidad es
pura coincidencia.
La
crueldad de Lady Macbeth en la obra de Shakespeare es preciosa, admirable,
tenebrosa y algo contagiosa. Es difícil que alguien logre expresar la maldad con
tanta vehemencia, y Shakespeare agota completamente esa energía consumada por
la maldad resuelta en ese personaje.
Como
antagónico, encontramos a Siddhartha. Con un semblante bienaventurado, un carácter
nada ávido, digno sosiego y una búsqueda de pureza espiritual. Herman Hesse
desarrolla a la altura este personaje, por supuesto, sin mojigatería.
Hoy
por hoy pululan militantes de Siddhartha, con perfiles que expresan magnanimidad
y altruismo, todas las personas hablan de paz, esperanza, tranquilidad y, sin
duda, anulación de la violencia. Estas fervientes militantes de los caminos
bienaventurados son frágiles; basta esperar a que se enfrenten a escenarios
donde deban coordinar sus perfiles con sus acciones, fallan.
Tienen
un moralidad diáfana y predecible, buscan minucias para la trampa y la mentira.
Pero cautivos de la propia cobardía, incapaces de circular una crueldad solemne
de valentía. “!Que se adense mi sangre, que se bloqueen todas las puertas al
remordimiento! …”, decía Lady Macbeth, cuando se armaba de coraje para su maléfica
empresa. Con algo de paciencia podemos presenciar la incapacidad de mantener
las injurias, la mentira y la violencia, para sacar a flote al pseudo-Siddhartha;
para mostrar su as: victimizarse y negar una acción malintencionada.
Lo
que más hace rebotar la hiel entre mis intestinos, es su indignación con la profanidad
¡se indignan con la violencia de otros!, ¡las sorprende la trampa y la mentira
siendo especialistas en la materia! Manan
una moralidad hipócrita: con una mascara barata que le impide negar el saludo al
protagonista al que acaba de derramar toda su bilis, y prefieren mantener una
sonrisa mercenaria de una (ya confesada) lagartería.
No
tolero, y mucho menos confío, en esas personas que quieren caer bien a todas.
Viven en una tibieza de confesar lo que les molesta, y cargan el maquillaje
para una sonrisa. Estamos rodeados de cobardes Lady´s Macbeth queriendo ser
Siddhartha´s, pero la distancia entre los dos es un vomito social lleno de
ambigüedad y carente de autonomía moral.
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