Sin poder darte todo
Era algo así como un escorpio, tenía apariencia de una esponja de brillo, como queriendo ser un Fama de Cortázar. Tenía poder, como quien en verdad tiene poder. Sus ayuntamientos eran de territorios tan extensos, que ni haciendo fuerza en la vista se podía ver una fracción. Aunque no era temido, sí emanaba respeto. Ayudaba a todos, desde el criminal más ruin hasta al más bondadoso; claro, los ayudaba según lo necesitara, su corazón no daba para un “no”. Ser él lo consumía tanto, que jamás había sido enamorado ni amado. Aunque había una, no sé de géneros en su especie; mucho menos de pronombres, pero usaré los que conozco. Bueno, había una de esas que sí le lograba turbar los días. Era más adusta, no daba la hora ni teniéndola al alcance de alguna extremidad. Él, con el que inicié la historia, entraba en estado de alteración cuando ella se le atravesaba por su vista, sin importar la distancia; sus alambres se enredaban más y las mariposas revoloteaban con un desespero que...